HISTORIA
Según cuenta Jaime Quispe, uno de los guardianes del repositorio, era 1916 cuando Federico Armestegui desenterró en la Coronilla el ajuar funerario más completo y exquisito de la cultura tiwanakota hallado hasta la fecha en Bolivia.
“El geólogo cochabambino halló entre las piezas diademas, brazaletes, placas pectorales... todas trabajadas con delicadeza y esmero, en su mayoría en oro
En aquel entonces a falta de un repositorio o sala de exposición Armestegui exponía la fabulosa colección en su domicilio, sin embargo, algunas de estas fueron víctimas de antisociales que se llevaban partes de estas dejándolas incompletas, motivo por el cual, el geólogo depositó lo que quedaba en un banco.
Dos años más tarde responsables de la Alcaldía paceña recuperarán las piezas que habían sido sustraídas y estaban empaquetadas rumbo a otro país.
Sin embargo pese a toda la travesía que pasarón estas piezas históricas no fue hasta 1976 cuando se construyó el Museo Metales Preciosos Precolombinos cuya “columna vertebral” es el tesoro de San Sebastián.
TESOROS
Las paredes coloniales albergan historia en cuanto a las riquezas y bijuteria que se utilizaba en la región, y fue gracias a la donación de material o recuperaciones de colecciones obtenidas por arqueólogos, que hoy tiene salas variadas y en total conservan 2.000 muestras.
Las salas también están dedicadas a objetos de plata, cerámica y piedra que forman parte de la serie Fritz Buck.
Asimismo, el espacio cuenta con sensores que iluminan las vitrinas cuando una persona se acerca, además de trabajos como las ramas incaicas, los monolitos o los sahumerios y las esculturas en piedra de la época precolombina.
El espacio está disponible al público de martes a viernes de 09.00 a 12.30 y de 14.00 a 18.00. Hay visitas guiadas para visitantes nacionales y extranjeros en cuatro idiomas.
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