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Monday, June 6, 2016
La Paz Memorias de una noche larga entre Kusillo y museos
Entre las calles recorridas durante la Larga Noche de Los Museos, nos encontramos con la realidad musical de una ciudad fluctuante, donde la demanda, el mercado y la industria, construyen el futuro de la música nacional.
Llegar a La Paz, de cualquier parte del mundo, siempre es un espectáculo memorable. El primer golpe de vista y la impresión, son recuerdos imborrables.
La Paz tiene ese “que se yo”, que siempre logra impresionar el visitante, en mí caso -a pesar de las permanentes visitas, de las constantes llegadas y de la confianza en que ya nada me sorprendería- la sorpresa me la dieron un grupo de chicos que estaban parados en la Plaza Mayor de San Francisco, todos lucían máscaras de kusillo y tocaban un tipo de rock fusión bastante progresivo, ritmo que a pesar del frío mantuvo un gran grupo de personas de pie, escuchandolos hasta casi la media noche.
Debo confesar que mucho de música no sé, pero poder escuchar una introducción que entremezclaba zampoña, guitarra eléctrica y teclado, en una suerte de reggue, de lejos llamó mi atención.
El frío no fue rival para estos chicos “bochincheros” que contagiaban una energía impresionante entre el público que nunca se sentó. Fue simplemente maravilloso ver gente de todas las edades disfrutando ese tipo de música, de la que siempre se dijo... solo gusta a los jóvenes.
Pero claro, es La Paz, y por supuesto la Larga Noche de Los Museos, un espacio de encuentro generacional, social e incluso idiosincrático.
“Esto ha ido creciendo con los años, realmente me parece fantástico, se siente una noche especial y un ambiente único”, relató Miguel, un transeunte al que no pude dejar de entrevistar, ya que llamó mi atención, la emoción con la que escuchó tocar a los “kusillos”.
Y claro, cómo no, sí los Kusillos son 5 chicos que parecen no tener más de 20 años, máximo 25, la “pinta” y energía los delata y hace irresistible su espectáculo.
Al parecer se conocen desde hace años y como no podía ser de otra manera, esta banda “emergente”, incluso ya cuenta con admiradoras que corean todos sus temas, todas sus letras.
“La primera vez que tocamos fue en el colegio, tocamos folclore, nos llamabamos Kantati, eramos 8 en total. Cuando ya hicimos rock, hacíamos metal, metálica y ese estilo, por eso decidimos cambiar el nombre”, relató Arcil Lacunza, vocalista del grupo.
“No sé como se nos ocurrio 'kusillo', justo antes de la olimpiada de bandas de mi colegio, no teníamos nombre y nos exigían uno, porque sino, no participabamos, entonces la bajista de aquella vez, sugirió Kusillo y así se quedó”, completó el vocalista del grupo.
MAFER
Pero claro, la historia de este grupo en un momento se liga ineludiblemente, a la historia de su productora, María Fernanda Antuña, quién con 8 años de carrera y habiendo trabajado con grupos de la talla de "Atajo", apostó por estos jóvenes.
“El papá de uno de los chicos, me vió trabajando en la producción de un concierto de Atajo, eramos compañeros de oficina, así que al día siguiente, me habló de su hijo y de la banda que tenía con unos amigos, me pidió que los viera, a ver que pasaba”, relató María Fernanda.
Y así fue que comenzó la relación comercial entre ellos, hace ya, 3 años.
“Es un trabajo constante, posicionar una banda emergente en un mercado tan amplio como el paceño, no es cosa fácil”, relató Antuña.
Efectivamente, el mercado paceño dividido en 3 grandes bloques -generacionales por supuesto- con las bandas que todos conocen, las consagradas como Octavia, Atajo, Efecto Mandarina.
Por otro lado, las emergentes, las propositivas, las que al fin de cuenta apuestan por algo diferente, entre ellas Prana, Tierra Alta y por supuesto está Kusillo.
“¿Sí acaso sé qué pasará?, no, no lo sé, apostamos a lo mejor y damos nuestro máximo esfuerzo, lo demás es cosa de la industria, con un poco de suerte, mostrar que vale la pena escucharnos, que somos un aporte diferente”, explicó Antuña.
Y efectivamente lo son, no cualquiera se las juega, o por lo menos no cualquiera lo hacía desde hace unos años, porque eso no se los podemos quitar, estos chicos proponen, se arriesgan, muestran cosas nuevas, aspectos que en la industria musical, no pueden pasar desapercibidos.
Las historias de los grandes músicos se construyen con esfuerzo, con paciencia, en fin, con muchas cualidades, aptitudes y actitudes pero siempre, con talento.
Henry Soliz, viento y la segunda voz, brilla con luz propia, y por su talento incluso lo invitaron a tocar con un grupo de peso nacional 'Animal de Ciudad', un dato no menor, para una banda emergente.
Este grupo -con mucha energía- lo completa Diego Clavijo, quien esa noche en San Francisco, saltó más que todos en el público, a pesar de tener lastimado el pie. Por supuesto si algo faltaba a este cúmulo de historia es una incognita, y esa la aporta Ian Sánchez, el actual tecladista, un reconocido baterista que un buen día sin dar ninguna explicación, quiso empezar a tocar el teclado y al parecer, lo hace igual de bien.
“No lo sé, sentí que ya había cumplido con la bateria y me entraron ganas de probar algo nuevo”, relató Ian.
Y sí, despues de todo, cómo puedo no sorprenderme con esta historia, con estos chicos, en esa Larga Noche de Los Museos, una marca paceña ya por excelencia, y si algo más me faltaba ver, pude hacerlo y fue ese beso que Arcil dio a su madre desde el escenario, verlo pararse al borde, agacharse y besar a esa mujer que todo el espectáculo, no dejó de mirarlo, como solo las madres miran a los hijos, fue -para mí- la cereza del show.
Y bueno, al año siguiente, seguramente volveremos a ese mismo acontecimiento para buscar una vez más, algún sonido, que me vuelva y nos vuelva a sorprender
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