Thursday, February 26, 2015

La experiencia de visitar museos de antropología



Rescatar, registrar, conservar y dar cuenta de un relato dinámico e inclusivo de los procesos socioculturales en la Argentina y la región, son los condimentos de los museos de antropología de todo país, desplegados cada uno con su estilo por todo el territorio, aunque con un horizonte compartido: traer a la actualidad la memoria oral así como hablar del pasado y del presente.


Templos sagrados
Alejados de preocupaciones estéticas y lujosas obras de arte, los museos con este recorte disciplinario se acercan más a la idea de espacios universitarios o incluso templos sagrados, no sólo por conservar un diverso abanico cultural y generacional de piezas arqueológicas sino por ser una eminente fuente de preguntas, tanto para público en general como para profesionales del campo.
Algunos caben en pocas salas, como el Nacional del Hombre, o tienen grandes instalaciones, otros se erigen como puntos turísticos -los casos de Salta y Córdoba-, y también están aquellos silenciosos en la marea urbana, como el Etnográfico Juan B. Ambrosetti en pleno casco de la Manzana de las Luces, pero lo cierto es que todos conviven bajo un mismo signo, la antropología.
En palabras de Mirta Bonnin, directora del Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba, instituciones como éstas “tienen la impronta de la disciplina en cuanto a su mirada de los ‘otros’, sin preconceptos ni prejuicios, amplia, respetuosa, reflexiva, curiosa de la diversidad humana en todos sus componentes culturales y biológicos”.
También Andrea Pegoraro, secretaria académica del Museo Etnográfico Ambrosetti, suma a esta idea: “La mirada no está puesta sobre lo estético o artístico sino sobre costumbres y prácticas culturales; es un enfoque social sobre la diversidad de sociedades, de culturas, de valores, porque uno no puede pensar nuestra sociedad sin hablar de la diversidad tanto del presente como del pasado”.
María José Fernández, a cargo del Museo Nacional del Hombre, grafica esta explicación retomando las palabras introductorias de la muestra permanente del espacio que dirige, “nuestro museo quiere compartir la realidad de las poblaciones indí­genas del país, sus historias, sus conflictos, dando cuenta de la diversidad cultural existente tanto en el pasado como en la actualidad”.
En esta línea, Bonnin comenta que lo particular de esta perspectiva es que “le interesa lo grande, pero también lo pequeño, lo cotidiano; pensar y entender la historia incluyendo a esos otros generalmente olvidados de la trama oficial, los pueblos originarios pero también los afrodescendientes, los desaparecidos, los jóvenes pobres” y construir “un relato inclusivo”.
Justamente en el Museo Nacional del Hombre, inaugurado en 1981 y con sede en el barrio porteño de Belgrano, un montón de elementos -se exhibe sólo el 8 por ciento del patrimonio- que representan la vida cotidiana, la obtención de recursos y expresiones culturales dan forma a su exposición permanente, una puesta en valor de pueblos que habitaron y habitan el territorio (wichi, yamana, guaycurú, entre otros).
Ya en el interior, visita obligada merecen el Museo de Antropología de Salta, el de Alta Montaña en la misma provincia o en Tilcara el Arqueológico Eduardo Casanova, dependientes de la UBA, por nombrar algunos. En Córdoba, el de Antropología de la Universidad Nacional suma a este recorte de instituciones con una colección que alcanza las 200 mil piezas.
El patrimonio, cuenta su directora, “tiene relación con la región y con la historia de las investigaciones antropológicas que dieron como resultado esa colección, esto último es un hilo conductor. Con ello lo que hacemos es contar que hubo y hay investigaciones en Córdoba, descentralizando el relato metropolitano difundido desde los centros tradicionales de La Plata y Buenos Aires”.
Traer a la actualidad la memoria oral de sociedades que habitaron y habitan estas tierras y resarcir a esa Argentina originaria a veces olvidada, son propuestas más que interesantes para recorrer los museos de Antropología, espacios que dan cuenta del pasado y del presente de esta geografía y que además están siempre moviéndose al ritmo de las investigaciones disciplinarias.

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