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Friday, January 16, 2015

El dueño de la Casa Dorada y el juego de la taba con el diablo



Una Una imponente Casa Dorada de Art Noveau con la participación de arquitectos suizo-italianos, balcones de hierro, grandes espejos biselados con marcos moldurados en pan de oro y las más de quince “victorianas” levantaron por años una gran duda. ¿De dónde provino tanta fortuna?

De acuerdo al libro “Estampas de Tarija” de Agustín Morales Durán, hasta antes del año 1930 el mejor, más grande, lujoso y atrayente edificio fue, sin lugar a dudas, la famosa Casa Dorada de Moisés Navajas. Sobre ésta la fantasía popular tejió una serie de cuentos y leyendas, como también sobre su misántropo ocupante.
Con cierto misterio se decía que en determinados días, y a altas horas de la noche, salía de esa casa un coche antiguo tirado por cuatro fastuosos corceles, que llevaba a Moisés Navajas a una de sus quintas, situadas en la parte sur, donde este personaje tenía un hermoso jardín. Se trataba del parque Zalles, hoy parque Bolívar.
Muchos testigos aseguraban que allí se reunía con el diablo, el cual se transformaba en un elegante caballero que salía de la Casa Dorada junto a Navajas. Afirmaban que ambos se reunían para acuñar monedas de oro y plata y juraban también que algunas noches en las propiedades de Moisés se podía escuchar las espeluznantes carcajadas del mismísimo señor de los avernos.
Relata la historia que los muchachos de ese entonces escuchaban atentos todas aquellas leyendas y veían con cierto recelo cuando alguna vez Navajas iba a la iglesia San Francisco para participar de las fiestas más importantes.
Cuenta el historiador Agustín Morales que en la iglesia, Navajas tenía un sitio reservado y de preferencia, con su propio y bien tapizado reclinatorio. Se notaba que recibía las atenciones de los franciscanos porque para lo único que no parecía muy avaro era para hacer donaciones a ese templo. Luego su fama de tacaño llegaba al extremo, tanto que cuando en Tarija querían molestar a alguien por cicatero lo hacían parecer a Moisés Navajas.
Este personaje amasó una gran fortuna, reflejada en su amplia casa, donde había establecido desde hace muchos años todo un emporio comercial; pues tenía desde botica, sedería, confecciones, géneros, abarrotes, cristalería hasta ferretería. Sus surtidas tiendas se situaban en todo el contorno de la casa.
Cuenta la historia que nunca se volvió a ver en Tarija un comercio más completo como aquél. Sin embargo, en cierta época y por razones que nunca se conocieron Moisés Navajas decidió cerrar sus tiendas procediendo a una total liquidación.
La venta fue absoluta hasta agotar existencia y despedir al numeroso personal de empleados dependientes. Seguramente, esto ocurrió cuando aquel resolvió apartarse aún más del mundo; pues se sabe que Moisés no compartía con nadie aunque cada año se decía que viajaba hasta Roma a recibir la bendición del Papa.
Como no tenía hijos, a su muerte su inmensa fortuna fue muy disputada, diluyéndose en pleitos seguidos por sus herederas que resultaron unas hermanas solteronas. Y no así su esposa que lo sobrevivió. Parece que así lo había dispuesto en su testamento.
De las numerosas casas, las quintas, las huertas y los tapiales, no se sabe si llegaron a beneficiar a alguien de la familia. Empero, nuevamente tomó fuerza el saber popular y le atribuyeron al diablo la muerte de Moisés y la desaparición de toda su riqueza.
En la actualidad la Casa Dorada está en manos de la Universidad Juan Misael Saracho (Uajms) en convenio con la Gobernación y la Alcaldía. El director es Nils Puerta, y éste le cuenta a El País eN que conoce de la leyenda que se teje en torno a la mansión.
Resalta que Moisés Navajas acuñó mucha riqueza jugando con lucifer a la taba y añade que el lugar, donde supuestamente éste jugaba con el diablo era el Castillo Azul. Revela así que a raíz de esa historia le preguntó a la persona que custodia por las noches la mansión dorada (Don Mirio), si es que efectivamente “hay sonidos que le ponen los pelos de punta”.
Según el director de la Casa de la Cultura, don Mirio le respondió que existe una sombra y que escucha pasos. Pero esto no asusta a los guardianes de la Casa Dorada. Según relata Puerta lo que él hace al mediodía cuando se queda completamente solo en la enorme mansión es ir al patio para hablar con Navajas.
Le dice: “Don Moisés aquí estamos cuidando su casa, haciendo cultura. Protégenos”. Así resalta que lo que él busca es no irradiar miedo ya que esto atrae a los malos espíritus. Añade que por ahora han convivido felices con todos los fantasmas de la gran mansión.

La Casa Dorada
Fue durante los viajes a Europa que Moisés Navajas se sintió atraído por las obras arquitectónicas y artísticas de estilo Art Noveau; por esto decidió contratar a los arquitectos suizo-italianos Miguel y Rafael Camponovo para que proyectaran y dirigieran la construcción que después sería su residencia y que a la vez albergaría a una serie de tiendas comerciales.
La construcción comenzó en el transcurso de 1887 y duró 16 años en los que la pequeña población de Tarija vio levantarse poco a poco la monumental obra. Finalmente la Casa Dorada se inauguró el 9 de enero de 1903.
De acuerdo a Puerta, esta joya arquitectónica se caracteriza por su simetría de diseño, posee nueve puertas sucesivas sobre la calle Ingavi, al igual que la segunda planta. El esquema se repite sobre la calle General Trigo.
Entre los principales espacios de la casa están el salón Dorado, la sala de fotografías, el vestuario, la sala de música, el salón comedor, la capilla y el teatro. En la actualidad se añadió una sala de exposiciones y una biblioteca.
En el salón Dorado hay grandes espejos biselados y plafones pintados al óleo, hay esculturas y muebles que pertenecieron a los propietarios. Ahí se daban las grandes fiestas a las cuales no se podía asistir sin conocer el rol de baile, compuesto por las piezas musicales que se bailarían esa noche.
En el salón de música, un piano y una fonola son los principales instrumentos de Moisés Navajas. De acuerdo a la guía de la casa, Ruth Daza, Navajas tocaba el piano mediante una conexión con la fonola, que le permitía tocar con los pies e interpretar de manera más sencilla las piezas musicales.
Caminando más allá, en la sala de vestuario se luce una réplica de los vestidos de la esposa de Navajas, Esperanza Morales; es así que un blanco vestido de novia se impone en una añeja vitrina. Junto a él está una corona original que Esperanza llevó el día de su boda. También se guarda ahí un sombrero negro de copa que perteneció a Navajas.
El salón comedor muestra una gran mesa, viejas sillas y suntuosas vajillas. Entre las porcelanas destaca un plato que condecora a Navajas por haber fundado el hogar de niños que lleva su nombre. Entre otras cosas valiosas, un vaso con la imagen de la Casa Dorada sobrevivió al tiempo y se dice que éste formaba parte de la vajilla de gala de la familia.
En la habitación continua está el muestrario de la actividad comercial de los Navajas, hay catálogos de encajes, de telas, de tapices de pared, alfombras y hasta sobres para invitaciones. También reposa ahí un extinguidor de incendios ruso que ya no existe ni en la misma Rusia.
Finalmente llegamos al oratorio, un impactante lugar, que se convertía en capilla para realizar matrimonios. El permiso del vaticano para estos oficios destaca en un pergamino que reposa en una vitrina. También hay un misal de rezos y canticos escritos en latín. Y una imagen de la virgen La Dolorosa hecha con cera y vestida de túnicas con hilos de oro da la bienvenida.
Finalmente la sala de fotografías nos transporta a la época pasada y nos muestra a la familia Navajas en su gran huerta llamada parque Zalles, (hoy parque Bolívar).

La restauración
El largo tiempo en que, por razones de orden legal y judicial, la mansión permaneció cerrada dejó profunda huella de deterioro en el edificio, en su estructura, decoración y equipamiento. Sin embargo, tras un arduo trabajo se logró una notable mejoría que consiguió revertir el deterioro manteniendo el encanto de la casa. Posterior a esto, la Casa Dorada fue declarada monumento nacional el 10 de abril de 1992.

La familia Navajas
Según el director de la Casa de la Cultura, la familia Navajas tenía un linaje judío, así se explica la estrella que reposa en el suelo del patio. El sueño de Moisés era tener hijos por lo que un gran cuadro al pie de las gradas refleja este deseo que jamás pudo cumplir.
De acuerdo al historiador Miguel Molina; Navajas además de ser comerciante fue Capitán de la Guardia Nacional, periodista, Intendente municipal y miembro de la Cámara Comercial de Bolivia.
De acuerdo a fuentes bibliográficas éste nació en 1865, su padre el coronel Víctor Navajas tuvo una numerosa prole y Moisés fue uno más de casi una decena de hermanos.
Fue en la época de la Guerra del Pacífico y la del Acre cuando inició tratos con los dueños de las fincas de entonces, cuyos productos comercializaba en Sucre, Potosí, Oruro y La Paz.

Detalles interesantes de la mansión de oro

Los esposos Moisés y Esperanza
El tarijeño Moisés Navajas se casó con Esperanza Morales, dama descendiente de padres españoles.

El muestrario comercial
En amplias vitrinas se exhiben los muestrarios de Moisés. Candados, sobres, telas y tapices de pared, entre otros.

La virgen La Dolorosa
El vestido de la Virgen La Dolorosa, que se encuentra en la capilla, está bordado con gruesos hilos de oro.

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