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Monday, June 12, 2017

UNA TRADICIÓN DE SIGLOS QUE PREVALECE Hostias de Santa Teresa



El único lugar en Potosí donde todavía se elaboran las hostias que se utilizan en la eucaristía, es el Convento y Museo Santa Teresa, un lugar lleno de sorpresas. Su preparación se realiza semanalmente y en dos tamaños; no solo se distribuye en la Villa Imperial sino también en otros departamentos.

Siglos atrás había más conventos en la Villa Imperial y en casi todos se elaboraban hostias, actualmente Santa Teresa es el único convento que abastece a la ciudad y otras provincias de Potosí, además de Santa Cruz, Cochabamba y Tarija.

Rosmery Menchaca, guía del Museo Santa Teresa, relata a ECOS que hay una sala donde se exponen dos tipos de instrumentos que se utilizaban para la elaboración de hostias en la época de la Colonia: los troqueles en dos tamaños que servían para cortar manualmente la masa y las planchas que se calentaban en brasas de carbón donde se hacía cocer el preparado.

En otro sector de la sala se exponen planchas mucho más modernas fabricadas en el siglo XX, la mayoría son de industria alemana.

Siglos atrás la elaboración de hostias se hacía una por una, con el paso del tiempo la tarea se facilitó porque se inventaron otras máquinas.

Proceso de elaboración

De acuerdo con la explicación ofrecida por la hermana Cristina Limachi, priora del Convento Museo Santa Teresa, la hostia es un trozo de pan sin levadura hecho con harina y agua, como el que usó Jesucristo en la Última Cena, tiene forma circular y se ofrece en la eucaristía como ofrenda o sacrificio apacible.

El proceso inicia con la mezcolanza de la harina y el agua en una batidora, “en el batido está la clave para que la masa salga bien finita”, cuenta la religiosa.

Luego, se echa un cucharón de la masa de harina y agua semilíquida, sin levadura ni sal, para su cocción en una máquina tipo waflera, se aplasta y el resultado es una lámina con hostias.

Sigue la humectación, cortado, secado (hasta el día siguiente), selección y embolsado de las obleas que se usarán para la consagración.

La encargada de preparar las hostias dice que pese a que siempre se utilizan los mismos ingredientes y medidas, alguna vez falla la receta y tienen que aumentar un poco más de harina o de agua.

En realidad la preparación y la cocción de la masa es todo un arte que requiere de experiencia, →

→pues en el momento de echar la masa para su cocción podría entrar aire y se formarían burbujas dañando el producto, asimismo hay que esperar un tiempo prudente para cortar porque podría endurarse la masa. Sin tomar en cuenta el secado, todo el proceso dura un día.

La elaboración de las hostias no ha cambiado mucho de lo que era siglos atrás, sólo cambió el hecho de contar con máquinas modernas, pero aun así involucra bastante trabajo manual.

Los restos de la masa cocida que quedan después que se cortan se venden a la población; se consumen mezclados con leche condensada, para muchos niños es un manjar.

La gestora cultural Amparo Miranda contó a ECOS que algunos fonoaudiólogos recomiendan el consumo de hostias para corregir la pronunciación de algunas letras, como la “ere” por ejemplo. Al introducir la hostia en la boca ésta se pega en el paladar, entonces se usa la lengua para despegarla; es un gran ejercicio que se aconseja para los niños con problemas en la pronunciación.

Qué representa la hostia

Una de las partes cumbre en la celebración de una misa es la plegaria eucarística. En ella, el sacerdote anuncia la institución de la eucaristía por Jesús en la Última Cena y procede a consagrar la hostia y posteriormente el vino. Los católicos creen en la transubstanciación, que consiste en la transformación durante esa consagración, de la hostia en la carne de Cristo y del vino, en su sangre.

Jesucristo es el cordero de Dios, que se ofrece en sacrificio a Dios Padre para alcanzar la salvación de los hombres y mujeres.

De acuerdo con los datos históricos, el origen de la hostia se remonta al matzá (pan sin levadura), que se elabora y consume en el judaísmo.

La hostia también es conocida con el nombre de Sagrada Forma o Forma Consagrada. Los católicos, basándose en el libro de Juan capítulo 6, versículos del 51 al 58, creen que Jesucristo se encuentra corporalmente presente en el pan y el vino. El texto dice: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”.

Con el fin de desterrar el concepto de que en la eucaristía solo es recibido el cuerpo y la sangre de Cristo y no Cristo en su totalidad, el Concilio de Trento definió la “Presencia Real” como la que se incluye en la eucaristía: el cuerpo, alma y divinidad de Jesucristo.

Entonces, las hostias que no son consumidas en la comunión suelen reservarse en los sagrarios o tabernáculos de las iglesias, de tal forma que los católicos creyentes en la presencia de Jesucristo pueden visitar y adorar a Jesucristo presente en las hostias consagradas.

Además, cuando se administra la comunión a un enfermo terminal, se conoce al sacramento con el nombre de viático. •

Para conocer más

Las ocho religiosas del Convento y Museo Santa Teresa de la ciudad de Potosí elaboran las hostias por turnos.

Las fiestas religiosas como Cuaresma, Semana Santa, Navidad y las primeras comuniones son temporada alta para la fabricación de obleas, se producen en grandes cantidades.

Las hostias pesan menos de un gramo, pero representan el cuerpo de Cristo para los cristianos católicos.

Solo tienen agua y harina.

Antes, la preparación se realizaba con precarias herramientas, ahora cuentan con máquinas eléctricas que facilitan el trabajo. Aun así, su preparación es morosa.

Una vez que la mezcla casi líquida está lista, se extiende en una máquina de cocción de hostias con una temperatura de 170 grados centígrados.

De esa forma, el agua de la mezcla se evapora y permite que las láminas queden secas y crujientes.

Después son apiladas y humedecidas con agua, para evitar que se quiebren.

Cuando están secas, las hermanas revisan manualmente cada unidad para elegir las mejores.

Posteriormente se pesan y empacan en bolsas; el paquete de hostias pequeñas destinadas para los feligreses cuesta Bs 20, las de tamaño grande para uso de los sacerdotes cuestan 10 bolivianos 25 unidades.

Convento Museo Santa Teresa

El 26 de julio de 1684, por Real Cédula fechada en Madrid, España, se autoriza la fundación del convento de Carmelitas Descalzas en Potosí, bajo la advocación de Santa Teresa de Jesús.

El Convento de estilo colonial se edificó sobre la base de tres casas, las cuales fueron donadas por el clérigo José Fernández Lozano de esa ciudad y el 24 de diciembre de 1685 llegaron Sor María Josefa de Jesús, como priora, y otras tres hermanas para inaugurar el convento de clausura.

Durante los siglos XVI y XVII todos los monasterios eran de vida contemplativa, aun así jugaron un papel decisivo en el afianzamiento y desarrollo del cristianismo.

A partir de 1950 las monjas se dedicaron a realizar trabajos artesanales, como la producción de pomadas, hostias y bordados. Paulatinamente disminuyeron en número por la falta de mujeres que toman los hábitos.

En 1970 decidieron utilizar los bienes que tenían guardados en almacenes y depósitos para armar un museo con el propósito de relatar su historia y obtener pequeños ingresos económicos con los cuales autosustentarse.

El convento que contaba con 21 patios y abarcaba casi dos manzanas en la ciudad, se redujo a tres patios porque las hermanas fueron vendiendo de a poco su propiedad para garantizar su sobrevivencia.

Desde 1976 este Convento funciona como Museo Santa Teresa. Actualmente está considerado como uno de los mejores de arte sacro en Latinoamérica y es reconocido por historiadores y expertos.

Sorpresas para los que no saben

La Agripa es una pomada casera en base a yerbas que las religiosas de Santa Teresa fabrican desde hace siglos, “incluso los pediatras recomiendan a las mamás que vayan al convento, compren la pomada y friccionen el estómago del bebé recién nacido, para fortalecerlo y evitar los cólicos”. Asimismo, es recetado para combatir los resfríos de los adultos, cuesta Bs 10, cuenta otra guía del museo.

Otro producto preparado por las hermanas de Santa Teresa, es el “Agua Carmelita”, el litro se vende a cinco bolivianos, es recomendable para las personas con afecciones en el corazón, para la gente estresada y colérica, actúa como tranquilizante. Deben beber en ayunas y antes de dormir durante tres semanas.

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