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Wednesday, August 24, 2016

El Museo de San Roque inició su época de visitas



Al parecer las visitas al museo histórico de San Roque, ubicado al fondo de la casa parroquial construida en 1908 junto al lado del templo consagrado al patrono de Tarija, que se abre en agosto de cada año en honor a las fiestas religiosas, ya empezaron a decaer. Así informó Benita, la pasante que funge de guía del recinto por las mañanas.

“Cuando comenzaron los festejos sí llegó mucha gente, pero ahora viene muy poca”, lamentó.
El museo, creado en 2007, alberga un conjunto de reliquias sacras, objetos antiguos relacionados al culto de antaño al santo y arte religioso. Además se proyectan en su sala audiovisual videos que explican la historia de San Roque, las características de las epidemias de lepra en Tarija y la veneración que surgió después.
“Antes estas cosas estaban guardadas en los archivos de la parroquia o en casas antiguas de Tarija”, explica la joven guía del museo. Finalmente la parroquia decidió reunir todo y exponer el patrimonio religioso del pueblo tarijeño a las nuevas generaciones que parecen alejarse de las tradiciones.
Destaca entre los artículos que se muestran los restos originales del ícono del santo patrono de los chapacos, creado en el siglo XVIII, y que fue restaurado hace un par de años por los expertos Justo y Julio Chambi Alarcón. También tienen un particular atractivo los elaborados ropajes que las familias pudientes donaban para “vestir al santo” como señal de devoción.
Igualmente se exponen objetos litúrgicos, como biblias, estolas, túnicas, misales, y otros elementos sacros finamente elaborados, y que igualmente fueron donaciones de los devotos. Hay además indumentarias de los chunchos de antaño que han sido preservadas para la posteridad.
Mención aparte merecen las obras de arte, pinturas y esculturas en la que se hace presentaciones canónicas del santo así como representaciones que lo vinculan con el imaginario chapaco y los chunchos que tanta devoción le tienen. Incluso ya en la entrada se observa una escultura de hierro de casi tres metros de alto que representa a un chuncho. Fue donada al museo por el escultor tarijeño autodidacta Diego Ferrufino.
“Los visitantes que más vienen son los particulares y también delegaciones de escuelas y colegios. A veces vienen extranjeros a los que hay que explicarles con más detalle las tradiciones”, indica Benita, mientras se prepara para recibir a un grupo de jóvenes.
Luego inicia la visita la exposición de un breve video en la sala audiovisual y el recorrido por el pequeño ambiente que constituye el museo donde ella va explicando el origen y la historia de los distintos elementos que exponen allí. Todo termina con la firma en el libro de visitas.
“Sólo se abre mientras duran los festejos, porque después la gente ya no viene y es delicado mantener todo así, ojalá que pueda algún día lograrse que esté abierto todo el año para que la gente venga a saber más”, concluye Benita esperanzada.

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