Sin duda, una de las construcciones coloniales más impresionantes del departamento de Potosí es la Casa de Moneda, cuya construcción se realizó entre 1759 y 1773. Es decir, sus máquinas acuñadoras de monedas, enviadas desde España, funcionaron menos de 40 años antes del Grito Libertario del 10 de noviembre de 1810, que se conmemora hoy en la región.
En realidad, durante la mayor parte del período colonial las monedas se acuñaron en otro lugar. "La primera (Casa de Moneda) estaba ubicada donde se encuentra el Palacio de Justicia, en la Plaza 10 de noviembre”, revela el presidente de la Sociedad Geográfica e Histórica de Potosí, Wálter Zabala Ayllón, quien nos conduce desde el primer patio del actual museo hasta el parqueo del municipio de la ciudad de Potosí, donde aún se distingue un vestigio de aquella primera construcción.
Precisamente este tipo de detalles enriquecen la historia de la Villa Imperial. Para Zabala -autor de varias obras costumbristas, tradicionalistas e históricas de Potosí-, el período más interesante de esa historia es la etapa colonial.
Una de las razones de esta valoración de Zabala son las numerosas construcciones coloniales, como la actual Casa de Moneda, los templos, los ingenios mineros -132 en total-, así como las 32 lagunas artificiales del Khari Khari, de las cuales las principales aún abastecen de agua a la población potosina.
Pero también hay una construcción que es como un puente entre los períodos colonial y republicano -añade nuestro guía-, y señala la catedral potosina, que apreciamos desde una de las esquinas de la plaza 10 de Noviembre.
Su construcción -iniciada en 1809-, acabó en 1839, durante el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana (1829 - 1839). Pertenece a un estilo neoclásico, aunque en su interior se aprecian otras corrientes, ya que el altar mayor es gótico y el sagrario es barroco, explica nuestro acompañante, quien, en ese concurrido lugar, casi a cada paso, es saludado por diferentes personas.
Al tratarse de una iglesia mayor, la catedral potosina es ocupada sólo en fechas especiales.
"Solamente se apertura para fechas cívicas (…) y también para aquellas fechas importantes para la religión, como Corpus Christi, Semana Santa o Navidad”, dice Zabala.
Luego de observar esa gran construcción continuamos rumbo a la primera Casa de Moneda. Pero aún quedaban detalles interesantes en el breve recorrido, pues en el centro de la antes llamada Plaza del Regocijo hay una réplica de la Estatua de la Libertad de Nueva York, Estados Unidos.
"Fue un obsequio del pueblo francés a Potosí (…) el ayuntamiento de París obsequió esta estatua como reconocimiento a la libertad obtenida por el pueblo potosino”, explica el historiador, quien asegura que existe un documento que respalda aquello.
Una plaqueta debajo de la figura indica que el 6 de agosto de 1925, la colonia yugoslava de Potosí obsequió el pedestal sobre el que ahora reposa la estatua, pues cuando se la instaló, en 1909, descansaba sobre una base de piedra más pequeña.
Minutos después de admirar aquella réplica, ingresamos al garaje de la Alcaldía potosina, donde funcionaban las Cajas Reales, que eran una especie de banco en la Colonia.
Por un pasillo que hay en el costado derecho del parqueo llegamos hasta un pequeño patio, desde donde distinguimos la chimenea de la antigua hornaza, en la que se fundía la plata.
"Tiene 400 años, incluso más, si es de 1575”, precisa nuestro guía.
La construcción de la primera Casa de Moneda fue ordenada por el virrey Francisco de Toledo, quien llegó a la Villa Imperial en 1572.
"Antes, la gente hacía obras para que duren años y siglos, un ejemplo es esta hornaza”, añade.
No hay construcciones similares que hubiesen sido erigidas durante la etapa republicana, continúa Zabala, gran conocedor de las joyas que conserva la Villa Imperial, que durante los años de la Colonia fue una de las ciudades más pobladas del mundo. Pero el historiador reconsidera lo dicho y destaca algunos edificios: la Universidad Autónoma Tomás Frías, la Caja Nacional de Salud y del Teatro IV Centenario.
Sin embargo, observa que "todo es en base a vidrio, ya no hay esa mampostería artística del pasado, de esas manos de artistas”.
"Por eso yo valoro más el periodo colonial que el periodo republicano”, comenta el hombre al dar por terminado este valioso paseo por la historia de la Villa Imperial.
Un soldado
"Gracias a un oficial argentino hoy en día tenemos este caserón, este palacio de piedra”, asegura Wálter Zabala mientras se para en el primer patio de la Casa de Moneda.
Esto pasó cuando el segundo ejército auxiliar rioplatense ingresó a la Villa Imperial en su retirada a Buenos Aires, luego de ser derrotado en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma, libradas en octubre de 1812.
Zabala considera que "seguramente por esa cólera, por esa rabia de haber perdido dos batallas importantes”, y al ver a la Casa de Moneda como un "testimonio” de la presencia española, el comandante Manuel Belgrano ordenó la destrucción del edificio, que funcionaba desde 1773.
Cuenta que se instalaron barriles de pólvora en los patios del actual museo y se ordenó que los habitantes de las viviendas aledañas salieran. Se encendió la mecha o guía, pero un oficial argentino que tenía familia en la ciudad saboteó la acción. "Cuando corría la guía, él la corto”, relata.
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Monday, November 16, 2015
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