Buscador

Monday, August 7, 2017

La Casa Museo de Piedras, Minerales y Cristales



No es un museo tradicional, donde “todo se mira pero nada se toca”, sino uno donde los visitantes son motivados a participar, manipular alguna de las casi 20.000 piezas en exposición, e interactuar libremente con estas.

La “Casa Museo de Piedras, Minerales y Cristales”, ubicada en la calle Díaz de Oropeza N° 237, paralela a la Hernández, entre San Pedro y Tupiza, zona de San Cristóbal, es una nueva propuesta educativo cultural en la Villa Imperial sin fines de lucro, el ingreso es gratuito los sábados y domingos.

Se trata de un esfuerzo totalmente privado que busca mostrar la gran riqueza mineral de Potosí, así como los yacimientos de restos fosilizados que datan de diferentes periodos de la Tierra.

Fue inaugura el pasado 3 de julio gracias al esfuerzo individual de Marcelino Choque Vizcarra, un profesor rural de nivel primaria que relata a ECOS cómo durante 30 años se dedicó a coleccionar, poco a poco, pieza por pieza, una gran variedad de piedras, cristales y fósiles en diferentes provincias de Potosí.

“Mientras iba de un lado a otro por el área rural del departamento quedé maravillado al ver la variedad de minerales y piedras que provee la naturaleza al territorio potosino. Eso despertó en mí una pasión por las piedras”, comenta el gestor de esta propuesta con ribetes educativos y culturales.

En su propia casa

Este museo diferente se encuentra en la planta alta de la vivienda de Choque, en una sala amplia, rectangular, que ahora luce repleta por la cantidad de mesas, vitrinas y piezas, cada una con sus nombres científicos. Los ha colocado de forma artesanal y bajo la guía del profesor Agustín Arando, con el propósito enseñar y orientar a los visitantes. Sin duda, la tarea no debió ser sencilla. Las piezas tienen diferentes volúmenes y peso, fueron seleccionadas y acomodadas de acuerdo al criterio del maestro rural.

En cuanto a la infraestructura, Choque ha ido comprando las vitrinas de a poco y su hijo Rolando Choque de 21 años le ayudó con la fabricación de las mesas de metal.

Si bien todo está a la mano y no hay ninguna prohibición para el público, el lugar es sencillo, austero, carece de vitrinas de exposición e iluminación especiales para destacar cada pieza. Aun así, no se puede dejar de valorar la motivación y la iniciativa de este profesor que desea mostrar al mundo la riqueza mineral de Potosí.

“Las piezas fueron recogidas en el lapso de 30 años de diferentes poblaciones y sectores; por ejemplo, del Cerro Rico, de Cantumarca, de la hacienda El Molino, Tarapaya, Porco, Tinguipaya, Huari Huari, Quilpani, Challamayu, Acacio, Cotagaita, Tomave y de otros lugares”, detalla a ECOS.

La pieza más valiosa

La exposición constituye una oportunidad única para contemplar una colección pocas veces vista, debido a la gran cantidad y variedad de piezas aglutinadas en un solo lugar.

En la muestra se exhibe una pieza magnífica (ver foto destacada, con fondo rosado, en la página 8). Es una punta de flecha en cuarzo ahumado (kispi rumi, muy difícil de tallar porque se rompe), encontrada en el trayecto del camino de Asanta y Jancku Lackaya, junto con otras piedras pequeñas de cuarzo, el 28 de noviembre de 2016.

“Es el objeto más valioso de toda mi colección”, reconoce Choque.

Algunos de sus hallazgos

El maestro rural cuenta que en Cuchu Ingenio encontró óxidos, plata, zinc, estaño y cuarzos de Andacaba, y que se topó con una veta especial de sulfato de bario o baritina. Dice que solo él sabe donde está. Una volqueta llena de estos minerales —cuya característica es su gran peso— cuesta 15.000 dólares.

En el Cerro Rico, encontró jaspe rojo, negro y amarillo. Y en Tomave, provincia Antonio Quijarro, también azufre cristalizado.

De Cantumarca recogió calcita, con la que se fabrica yeso y cal hidráulica. De Mondragón, protuberancias de cuarzo y de Uyuni, sulfato de magnesio. Del mismo modo descubrió bentonitas, un caolín de primera calidad que se usa para la producción de piezas de pasta blanca, de alta calidad, como porcelanas. Cuando se muele y remoja con agua sirve para curar las úlceras; se come con papa y también se usa para limpiar vajillas.

En Puna y Tomave encontró carbonatos de calcio, ágatas (piedras semipreciosas), hematitas con cuarzo, turmalina, espumas de volcán de Tarapaya, plata pura en Manquiri y pucalitos y magnetita en diferentes formas y tamaños.

En su colección destacan las piedras volcánicas que flotan (piedra pomes, muy utilizada en la cosmética); pigmentos orgánicos, tierra en diferentes tonalidades, obsidiana, hialita, casedonia (un cristal hallado en Cantumarca), estalactitas, fosforita, malaquita, solidita, cobre nativo (al que llaman ‘cobre charque’ porque parece un trozo de carne seca), además de tierra con oro encontrada en una comunidad.

Fósiles

Choque logró reunir restos fósiles que datan de diferentes periodos de la humanidad, como almejas, caracoles, vertebrados, artrópodos y trilobites; plantas fosilizadas por el sector de Tarapaya y un huevo fosilizado en Uyuni.

“Lo más precioso que tengo son las botas, culera y rodilleras de cuero de vaca que usaban los mitayos para trabajar dentro de la mina, con un sombrero viejo y una lámpara individual que se colocaba a la altura de la frente”, resalta él.

Pero no es lo único que tiene al respecto.

Entre sus posesiones se cuenta “una especie de mochila hecha de cuero que los mitayos se cargaban para llevar sus herramientas junto con la macana o macuquina (una piedra para golpear minerales). Esto nos da una idea de las terribles condiciones en las que se trabajaba en las minas”, apunta Choque.

“También vendo a cinco y diez bolivianos unas manualidades que hago con algunas piedras, en especial virgencitas. Hay tantas piedras con bellas coloraciones y formas… es una muestra de la gran riqueza que tiene Potosí, a la que debemos valorar”. •






No comments:

Post a Comment